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Saludo del párroco

Después de dos años celebrando la Semana Santa sin procesiones por nuestras calles y sin la tumultuosa participación de personas que intervienen normalmente, pudimos sacar nuestras imágenes, procesionando por las calles de nuestro pueblo con la normalidad de siempre. Como todos hemos podido comprobar, la abundancia de personas por calles, plazas y espacios del pueblo ha sido la característica general de esta tan deseada Semana Santa.

Los deseos del pueblo se han visto potenciados por el tiempo ideal y excelente que Dios nos ha regalado. Todo el pueblo era un bullicio constante y abundante por las calles y plazas.

La participación de fieles en las celebraciones litúrgicas del Triduo Sacro también fue más numerosa, especialmente en la Vigilia Pascual, en la que se llenó como nunca el templo.

Toda esta abundancia de personas en las calles nos hacen ver también con mucha alegría que las familias infanteñas se han vuelto a reunir y disfrutar gozosamente de la convivencia familiar, que tanto hemos echado de menos en la Pandemia.

Un año más tenemos que reconocer y agradecer el servicio, el trabajo, la generosidad, el esfuerzo y la dedicación de nuestras cofradías de Semana Santa para que las procesiones resultasen como han resultado: organizadas, dignas y bonitas.

Gracias también a todas las asociaciones musicales de nuestro pueblo. Ellas, con el sacrificio y dinamismo que ponen en sus instrumentos, animan y embellecen las procesiones. Desde el ritmo de los tambores y las notas musicales de sus instrumentos, nos hacen vivir con mayor participación, emoción y devoción el espíritu de los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor, escenificados en los pasos.

Y no menos agradecidos debemos estar a los fieles que componen el Grupo de Liturgia y el Coro Parroquial. Ellos han preparado, con sentimiento y sentido religioso, todas las celebraciones litúrgicas. Con sus intervenciones, su canto y su música, nos han ayudado a vivir más hondamente los misterios celebrados en la Comunidad, a escuchar más debidamente la Palabra de Dios y a encontrarnos con el Señor resucitado en la Asamblea y en el pan de la Eucaristía. Y gracias a todas las personas que, de alguna manera, han colaborado para que nuestra Semana Santa resultase más digna: Montaje del Monumento, retransmisión de las celebraciones del Triduo en directo por faceebok, Lavatorio de los pies, preparación de manteles, flores…   

Ante la dolorosa experiencia de no haber podido celebrar anteriormente la Semana Santa con normalidad durante la Pandemia, debemos ser más conscientes y agradecidos a Dios cada vez que, como en esta Semana Santa, podamos celebrar y vivir la vida y sus acontecimientos con normalidad y con salud, porque la gran verdad es que de Dios procede todo don y toda vida.

Gracias de todo corazón

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