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Jóvenes

EL AÑO DE LA ESPERANZA (Mª Luisa Contreras Vázquez)

El año 2025 será un Año Jubilar, en Roma y en el mundo, un Año Santo de la Esperanza. El papa Francisco con el significativo título, tomado de la Carta de San Pablo a los romanos (5,5) “La Esperanza no defrauda” (Spes non confundit), ha publicado la bula de convocatoria del citado Jubileo.


El mensaje central de este Año Jubilar es la esperanza, una esperanza que no engaña ni defrauda porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor de Dios. Es una invitación a reconocer el horizonte en el que vivir este año de gracia. Es un horizonte que nos hace  conscientes del camino común que recorremos con todos los hombres y mujeres con los que compartimos el oficio de vivir.


El papa Francisco se dirige al inicio de este documento a todos los potenciales “Peregrinos de la esperanza” que recorrerán caminos antiguos y modernos para vivir intensamente la experiencia jubilar durante el año 2025, sin olvidarse de aquellos que no podrán hacerlo por diversas circunstancias.


La vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, esa “compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”. La esperanza, nos ayuda a comprender que el nombre propio de la vida eterna, mientras dura nuestra peregrinación terrena, es precisamente “camino”. El camino que recorremos, ese camino que, día tras día, retomamos (también en medio de la fatiga y cuando parece que ya no podemos más) es ya experiencia de cumplimiento inicial, aurora de vida eterna. En el corazón de toda persona, anida la esperanza como deseo y expectativa de bien, aún ignorando lo que traerá consigo el mañana.


¿Y qué fruto espera el papa Francisco de este Jubileo?: “Que sea para todos ocasión de reavivar la esperanza y luego recuerda que esta virtud nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz” Al mismo tiempo, afirma que la esperanza “se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo” No cabe duda de que estamos en un mundo necesitado de esperanza.


El papa Francisco enumera diferentes “Signos de esperanza”, que pueden traducirse como deberes o encomiendas que hace al pueblo de Dios. Igualmente, en el mundo capitalista y consumista estamos faltos de esperanza. Los consumidores no esperan, viven en el presente del consumo y solo tienen deseos y necesidades que satisfacer. Benedicto XVI, en su encíclica Sepe salvi, afirmó que estamos ante una crisis de esperanza. Y Francisco, en la Fratelli tutti, habla de las sombras de un mundo cerrado y pasa revista a las heridas y atropellos que están maltratando la sociedad de nuestro tiempo, que más que a la esperanza parecen conducir a la desesperación.


Uno de los primeros signos de esperanza se debe traducir en paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra. ¿Qué esperanza puede haber para los que sufren los horrores de la guerra o las calamidades del hambre y la pobreza? El Santo Padre, remarca la necesidad de recuperar el deseo de trasmitir la vida, perdido a causa de los ritmos frenéticos, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas. No se olvida tampoco de los presos ni de los enfermos, ni de los migrantes y los exiliados, desplazados y refugiados: “que la comunidad cristiana esté siempre dispuesta a defender el derecho de los más débiles, que a nadie le falte nunca la esperanza de una vida mejor”.


La bula recuerda que la base fundamental de la  esperanza cristiana es la fe en la vida eterna y en la resurrección de los muertos. También invita a recurrir al sacramento de la Penitencia. En María como madre de la esperanza, en ella vemos que la esperanza no es un insignificante optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida. Avanzar por el camino Jubilar significa prosperar por el camino de Jesucristo conociéndole cada día más, amándole cada día más y tratando de imitarle cada día más y mejor.

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