top of page

Cáritas

Ve a lo importante, aunque sea costoso.


A veces lo urgente nos impide apreciar lo importante. No podemos estar siempre en situación de alarma, actuando según la necesidad que vemos o las insistentes peticiones que se nos presentan. Hay que sacar tiempo para valorar la incidencia de nuestras ayudas. 


Decía san Pablo, en Primera Corintios 10, 23, que «todo es bueno, pero no todo es conveniente; todo es lícito, pero no todo es constructivo». Efectivamente, toda ayuda es buena, pero quizás no todo tipo de atención le venga bien a esa persona en ese preciso instante o en esa situación concreta por la que está atravesando.

 
La buena voluntad no basta, ha de ir acompañada de conocimiento de la realidad, de propuestas posibles, y de discernimiento sobre que opción es la más adecuada para esta persona necesitada y en esa particular circunstancia en que se haya. 


Por eso, no valen “recetas de cocina”, porque las personas no somos una amalgama de necesidades sino un abanico de posibilidades. Tampoco sirve de mucho cierto igualitarismo en el reparto de bienes, porque cada persona vive su peculiar situación. 


No hay que olvidar que nuestras ayudas han de responder al desarrollo integral de la persona necesitada, y no tanto a nuestra manera de sentir, de tranquilizar nuestra conciencia, o de salir airosos del apuro. 


Es preciso prevenir y programar la atención a los pobres. Las reuniones de formación, programación y coordinación, son el primer paso en una correcta atención a los empobrecidos. Porque no se trata sólo de satisfacer sus necesidades o dar solución a sus problemas puntuales, sino de acompañarles en su desarrollo integral, alentando su propio protagonismo. 


“Ayúdate y te ayudaré” reza el refrán. Por ejemplo, la cariñosa corrección que dispensamos a los pequeños o el dejarlos que anden solos aún a riesgo de algún tropezón, también nos sirven de referencia educativa en nuestro tratar con los empobrecidos. A veces un “no” es la mejor ayuda. Y, por otra parte, la responsabilidad es lo que madura. 


Ciertamente, toda corrección cuesta, pero sirve de orientación. Dispongámonos a tomar decisiones que nos comprometan en favor de los más empobrecidos, aunque nos cueste el aplauso o el prestigio
 

 

Jueves Santo, día del Amor Fraterno.


“No he venido a ser servido, sino a servir”. Mateo 20,28

El Jueves Santo, celebramos la institución de la Eucaristía. Es también la conmemoración del Amor Fraterno, del darnos al otro. Un día especial para Cáritas y las personas que la forman, que se dedican, precisamente, a eso, a entregarse a los demás.

Ese darse a los demás sin condiciones, ese amar como servicio, ese mirar a la persona desde la humildad está muy presente en Cáritas.


Amar es servir
No hay amor si, como lo hace Jesús, no estamos dispuestos a bajar, a inclinarnos, a despojarnos de todo tipo de mantos y de títulos. No hay amor si no nos ponemos a los pies de todos, incluso ante el más insignificante de los hombres. Cuando se ama no nos consideramos superiores o por encima del otro, tratamos al otro con dignidad, valoración y respeto. No nos importa que sea pobre, solo sabemos que es nuestro hermano. Y por eso queremos situarnos ante él como discípulo, queremos aprender de él, escucharle, dejar que pueda abrir sin reparos su corazón, que pueda contarnos su historia vivida, sabiendo que ante él no hay un juez, sino un hermano que lo ama y lo mira con compasión.


¿Entendéis lo que he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.”  (Juan 13, 13-14).
 

Cuentas Cáritas.jpg
bottom of page